sábado, 24 de octubre de 2009

El ángel que perdió sus alas


Había un vez un ángel cuyas alas no eran iguales a las de cualquier ser, éstas no eran blancas sino oscuras como la noche. Un día cayó a la tierra donde abundan los humanos pero muchos de ellos, lo observan con sorpresa y... temor. El ángel no entiende por qué pasa eso, llegó ahí debido al engaño de un demonio aunque lo peor que pudo pasarle, es perder sus tan preciadas alas.

El pobre ángel no sabe qué hacer, cómo reaccionar y más cuando se abraza así mismo... tras sentirse desnudo sin esas plumas azabaches, que lo hacen ver distinto a los demás. Sus ojos se llenan de lágrimas, le invaden sentimientos mundanos que un ángel, no puede tener y su ser interior le pide a gritos una solución a ese malestar tan desconocido y desconcertante. El amatista de sus ojos observa el campo en el que se encuentra, cubierto por flores blancas pero algunas están manchadas a falta del azabache de sus alas.

Tal parece que desea desaparecer, sobretodo porque sin sus plumas no puede regresar a su mundo. El dolor es demasiado para él porque su espalda está herida; cubierta de ese carmín que gota a gota, envuelve el campo de flores. Su mirada está casi sin vida y lo único que desea es desfallecer en ese momento, no saber nada y sentirse privilegiado por percibir la paz eterna.

Lo que no sabe, es que alguien lo observa desde lo lejos. Una jovencita notó el momento en el que ese ser extraño cayó del cielo, trató de acercarse pero algo le impedía continuar con su camino. Sus ojos cafés están preocupados ante el estado del ángel, no quiere que le pase algo y se decide por correr hasta él. Hay un momento de completo silencio, el café y el amatista se cruzan por primera vez y la niña tiene un fuerte deseo por llorar, le duele verlo herido porque percibe en esos ojos, el verdadero sufrimiento así como el sentirse engañado o traicionado.

El ángel mira con frialdad a ese humano, no desea que se le acerque por lo que hace un intento en alejarse. Ella se siente un poco ofendida por ese acto aunque hace ese intento, y él está por empujarla porque no la desea cerca; se siente desconfiado que un ser como ella, trate de ayudarlo.

La niña sin importarle mucho, logra abrazar al pobre ángel quien se paraliza ante tal acto sincero y puro. Escucha de sus labios unas pequeñas palabras, lo que lo hace sentir extraño mientras que una luz de esperanza lo rodea, ¿por qué? la pequeña no lo conoce y sin decir nada, quiere ayudarlo. El ángel no puede más consigo mismo y agradece en silencio ese acto, la jovencita le sonríe con todo su corazón mientras le dice que todo estará bien y puede confiar en ella; él por su lado, no lo comprende pero percibe de esos ojos que ella no miente y, permite que le tomen su mano para ayudarlo a levantarse.

Algunas plumas azabaches caen en el momento, la niña toma una de ellas y se la da al ángel; trata de decirle que no lo dañará porque un ser cómo él, jamás puede ser malo sino que muchas veces, son las circunstancias que te incitan a serlo. No importa si te hicieron daño en el pasado, ya que al final de ese camino de sufrimiento y pesar, existe la esperanza y una mano sincera que te ayudará a salir de ese agujero.

Ese ángel se sorprende ante esas palabras, toma con fuerza la mano de la jovencita para después besarla con mucho cuidado. La niña sonríe y lo invita a que lo acompañe porque esas heridas, deben ser sanadas con cuidado y dedicación. De esa forma, el ángel lentamente sonríe... como si fuera desde el fondo de su corazón, intentando darse cuenta que aun hay salvación para él y, posiblemente en un futuro, pueda regresar a su mundo aunque sea tomado de la mano de esa pequeña humana que lo cuidará por mucho tiempo.

No hay comentarios: