martes, 29 de septiembre de 2009

Jazz al atardecer


El viento, las nubes y ese tranquilo sol, iluminan tan agradable tarde a tu lado. Sin importar el tecleo pensativo del portátil, se escucha una melodía que transporta a un mundo distinto, uno donde sólo existen dos personas.

Cierro mis ojos y me dedico a escucharlo, estando a tu lado hace más agradable ese sonido a pesar que no degusto de él por completo. A veces te miro y tu concentración hacia la pantalla, libera de mis labios una pequeña sonrisa; gesto que oculta emociones tan refrescantes y agradables que, son imposibles de evitarlos.

La melodía sigue su curso mientras me dedico a presenciar cada nota, palabra y la creación de ese momento tan extraño: una dama bien vestida, cuya mirada se pierde en ese piano azul, así como tiene en sus manos, una copa cuyo contenido para ser un martini. Tal parece que tan fina persona espera a alguien, pues sus pensamientos solo se enfocan a un solo ser...

Su silencio va acorde a la música, en ocasiones mueve la copa y suspira mientras mira el reloj. Mis ojos se abren al sentir tu mirada y, simplemente te respondo con una linda sonrisa que oculta un relato envuelto en el jazz que proviene de esa laptop. Me abrazas y tarareas un poco esas notas de tal forma que trato de seguirte, no lo puedo evitar y sonrío una vez más.

Ambos quedamos así un rato, hasta que recuerdas tu reporte y regresas al quehacer de minutos atrás. La música había cambiado, pero el mismo género sigue presente y me permite recrear de nuevo mi mundo utópico...

Una vez más ella suspira y con algo de discreción mira el reloj que tiene enfrente suyo, piensa que ha pasado algo de tiempo desde que llegó. Alguien con mucha discreción trata de acercarse a la dama, pero una gentil sonrisa le da a entender que ya espera alguien; con mucha delicadeza, se acomoda un mechón de su cabello y observa la copa que muy pronto estará vacía.

Mi concentración se pierde al revisar esas copias que te tienen tan atareado. No sé si me observas pero deseo que ya termines y pueda abrazarte, dueño de mi sonrisa. Me encanta percibir un poco esa tranquilidad que siempre he anhelado, pensar que todo está bien y mi alma se sienta en paz porque es lo que más necesito... tú eres esa persona, quiero creer que es así. Yo también quiero ser ese individuo que pueda apoyarte y entenderte, pues solo puedo ofrecerte paz porque mi ser, aun tiene pequeñas heridas que evitan cometer errores del pasado.

Esa mirada ausente de sonrisa, me incita a buscar una forma de hacerte sonreir desde el fondo de tu corazón. Tu silueta me incita a no dejar de mirarte y, sentirme igual que la dama del bar donde el jazz sigue su curso, esperando a esa persona especial con alegría. Ella por un breve momento, desvanece su gesto armonioso porque no lo ve, lo mismo me pasa cuando no puedo verte y debo esperar a que el tiempo me permita saber que estás ahi.

La música sigue en pié, nuestras miradas se cruzan mientras el ambiente bohemio de esa tonada nos envuelve al grado de estar muy cerca uno del otro. En ese mismo momento, la mirada de la dama cambia porque siente que alguien llegó; lentamente se voltea y ve a esa persona. Sus miradas se cruzan, él parece apenado por la tardanza pero ella, simplemente le perdona con una sonrisa y se acerca lentamente a él; lo abraza mientras le dice mentalmente que está feliz de verlo de nuevo, él corresponde de la misma forma pero le susurra palabras que solo ellos dos conocen perfectamente...

Mi mundo termina de esa forma, pero mi realidad está latente porque estás presente. Simplemente quiero aprovechar el efímero tiempo que existe entre nosotros, un minuto, una hora...lo que sea pero a tu lado. No pido regalos, solo un momento de tu hermosa compañía para disfrutar de ese jazz al atardecer y eso, alegrará mi alma que muy lentamente sale de la oscuridad. De la misma forma, yo también quiero alegrar tu existencia con un detalle, un gesto... sincero y puro mientras las notas musicales sigan encendidas en este presente.

La tarde culmina pero eso no evitará olvidar tan armoniosa tarde en tu compañía, pues la música en esta ocasión, es testigo de un presente que anhelo que perdure... tú, dueño de mi sonrisa ¿deseas lo mismo?

No hay comentarios: